. En Coslada, Madrid, treinta de enero. Viernes de poca luz. Tras la ventana el pálido telón de la mañana; la niebla y la humedad... El día entero robándome los ojos, prisionero de su oscuro antifaz, de su desgana, de esa pereza de mirar mundana que no encuentra en el sol su mensajero. Nada puedo contar sino que duele la oscuridad, el frío, la agonía de una luz que no está por donde suele, de una luz indecisa de ser día… Sólo la niebla hoy; aquí, en Coslada, entre mi voz y el eco de la nada. (30 enero 2009) .