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Mostrando entradas de diciembre, 2009

Un mundo raro

. Hoy debería recordar muchas cosas, pero no tengo ganas; y no las tengo precisamente porque las recuerdo. De pasar revista a los años ya se encargan quienes los “inventan”; porque los años se han convertido últimamente en una patética invención. Nunca como ahora ha habido tanta información al alcance de cualquiera; y nunca como ahora, tanta mentira, tanta falsedad, tanta desfachatez, tanta perversión, tanta estupidez coronando la monocefalia del mundo. Puro cuento, vamos, donde las únicas verdades vienen emparedadas entre el dolor y la muerte. No nos engañemos, lo demás es un sutil argumento de lindezas para enmascarar los verbos de la basura. No tengo ganas de recordar nada porque el dolor de cabeza es mucho peor si además duele la memoria. Me crispan los exámenes de conciencia y los propósitos de intenciones cuando se ha perdido el valor de llamar pan al pan y vino al vino; es decir, bien al bien y verdad a lo que puede serlo. Me enerva la voluntad vicaria, la moral ancilar del pode

Gracias, don Diego

. . Dicen que es un cuadro familiar, que él mismo se pintó de rodillas, en calidad de Gaspar, y que el niño en realidad era una niña, Francisca, su propia hija. Probablemente. De lo que estoy seguro es de que esa carita es la más tierna, más veraz, más divinamente humana que yo he visto en un cuadro sobre las rodillas de María. Es más, estoy convencido de que Dios la dejó pasar por el mundo –qué picarona y tenue sonrisa, qué mirada tan humanamente encendida– para que Velázquez advirtiera Su Misterio, para que no se nos olvidara a nosotros y –por qué no– para que este vulgar imaginaria hoy pudiera desearos una feliz Navidad. .

El esclavo

. Me has hecho libre –y yo no lo quería–. Me has dado una ciudad sin ti, unas calles que no cruzo por ti, unos rincones que no esperan de ti ningún prodigio. Me has regalado un reino sin hazaña, una tierra sembrada en el olvido, un arado sin haza ni verano. Y me has dicho: sé libre... Pero nunca te pedí yo la propiedad del alma... ni la empresa de ser cuando muriera la sierva soledad de su esperanza. 21 diciembre 2009

El bien, la verdad y los relativismos

. Dice Aristóteles que puede uno conducirse mal de mil maneras diferentes; porque el mal pertenece a lo infinito ; de lo cual concluye que es más fácil hacer el mal que lo contrario. Es cosa que hoy todos sabemos aunque fácilmente olvidamos. Sobre todo por su correlato inevitable: lo más difícil exige mucho más esfuerzo. Y el bien, que según el mismo pertenece a lo finito , es alcanzable de una manera única, lo que convierte su empresa en algo bastante peliagudo. Los tiempos modernos –los de Chaplin incluidos– padecen la enfermedad congénita de la facilidad ; de la dificultad sólo nos ha quedado su exhibición lúdica, deportiva y, cómo no, millonaria . Lo plausible se ha reducido a lo accesorio, mientras que la pretensión de lo fundamental se ha convertido en mojigatería de gente sospechosamente tendenciosa. Para este fin se ha divinizado el depende ; un depende que se justifica con inexplicables respaldos culturales, con masivos aplausos a la pluralidad y con progresistas proclamas de

Fantasía al cabo

. Todo amor es fantasía; él inventa el año, el día, la hora y su melodía; inventa el amante y, más, la amada... Antonio Machado En Coslada, Madrid. ................................. Hoy hace frío. Los lirios del jardín se han arruinado –recuerda aquel error encaprichado que bordaba noviembre en su atavío–. Fuera se muere un sueño que era mío; no tuyo ni de nadie. Un parque helado, un parterre de escarchas rodeado, un farol, un solar semivacío… Sólo unas cuantas hojas tardimuertas recitan sus monólogos finales. Y otoño, que olvidó cerrar sus puertas. Y el invierno estrenando sus portales. Y tú y yo, que no estamos ni estuvimos, ni estaremos jamás…. Ni nunca fuimos. 14 diciembre 2009, pidiendo perdón a San Juan –de la Cruz, claro– .

La geometría y la historia

. . Si uno examina la historia del hombre desde cierta distancia –desde Andrómeda, por ejemplo– tiene la triste impresión de un infantil desencanto, de un despropósito deslucido y desolador. Sobre todo si uno se atrevió a pensarla como cónica seductora, como hipérbola que anduvo, in illo tempore , infinitamente próxima a su desconcierto para después alzarse hasta frisar, infinitamente, la rectitud de su sentido. Pero la historia es una recta zigzagueante, una línea cabreada en el papel del tiempo, un trazo aleatorio entre los ejes cartesianos que ora se acerca, ora se distancia sin razón que dé razón de su errático discurso. El cielo, sin embargo, está lleno de cónicas prodigiosas: las órbitas de Kepler, la horma de las galaxias, el curso enloquecido de los cometas que jamás regresan… Por eso me gusta la noche, porque sabe dictar lecciones hermosas y teoremas creíbles. Frente a esto, la Historia sólo habla de geometrías absurdas, sólo concibe despropósitos, sólo argumenta embusteros si

La hoja que se quiso eternidad y se cruzó en una foto

. . Un azar detenido en una lente. Una hoja en la cruz del objetivo de una cámara oscura. Un adjetivo cayendo de la vida, lentamente… Son cosas del otoño. Un accidente que sucede a un castaño disyuntivo entre el ser y el no ser, Hamlet cautivo deshojando un quehacer indiferente. Si sólo fuera eso, si esa hoja sólo fuera un caer de primavera que ya no tiene mayo ni proclama, si no fuera la muerte lo que arroja al azar tanto olvido… ¡Si no fuera la nada lo que prende un fotograma! 7 diciembre 2009 .